Existen días extraños, meses insólitos, años que nos zarandean con toda la fuerza de las cosas que no esperamos ni controlamos y nos sitúan en otro lugar diferente al que acostumbramos ocupar por convicción, por azar, por necesidad. ¿Qué valores te sostienen como profesional en tiempos convulsos, cuando todo alrededor se tambalea?
¿Te has preguntado cuáles son esos valores que te permiten seguir adelante, continuar en la brecha, como persona y como profesional?
Podemos decir que nuestros valores son la brújula que nos lleva hacia lo que de verdad es importante para nosotros. Tienen algunas características que los diferencian de nuestros objetivos y metas:
- los valores son un proceso, nunca un resultado.
- los valores no se alcanzan, siempre es posible seguir poniéndolos en práctica.
- se mantienen a lo largo del tiempo.
- son elegidos, no impuestos.
En momentos convulsos como el actual, cuando con frecuencia en el exterior reina el desasosiego y la incertidumbre, mirar hacia nosotros mismos se hace no sólo necesario sino imprescindible.
Imprescindible para recordarnos qué es lo que nos sostiene y nos da fuerzas para seguir adelante y no perderlo de vista.
Puede ser la honestidad, la gratitud, la creatividad, el sentido del humor, la confianza, la esperanza.
Y, lo mejor de todo: saber que, sean cuales sean los valores que te impulsan, aplicarlos en tu día a día y en cada decisión que tomes como profesional es posible.
A diferencia de las metas u objetivos -cuyo cumplimiento, como vemos, a veces depende de factores externos-, tus valores van siempre contigo.
Nada va a impedir, por ejemplo, que emplees tu sentido del humor ante una situación incómoda en el trabajo y que ello te permita relativizarla y hacerla más llevadera para tus colaboradores.
Tampoco nada puede impedirte actuar con honestidad a la hora de exponer las dificultades a las que se enfrenta tu equipo. Transmitir confianza a las personas con las que trabajas y confiar, más que nunca, en tu propio potencial.
Confiar en que eres -sois- capaces de tomar las acciones necesarias que estén en vuestra mano para que todo salga adelante.
Puede ser un pequeño gesto, una acción rutinaria, como dar los buenos días a tus colaboradores con una actitud amable y segura para infundirles esperanza y optimismo.
Acciones en el día a día que te conecten con lo que es importante para ti y que, lejos de la incertidumbre exterior, te permitan mantener tu bienestar personal.
Escuchar con atención tu voz interior. Esa que a veces te decía no vayas por ahí, de esta forma no…
Un profesional que permanece fiel a sus valores y los lleva a la práctica se hace fuerte más allá de la consecución de objetivos concretos, metas y resultados.
Porque, como ya hemos visto, hay días raros, meses insólitos y tiempos inesperados que se interponen a veces de forma obstinada entre nosotros y esos objetivos.
Pero si consigues mantenerte fiel a tus valores y logras reflejarlos en cada reunión, en cada saludo, en cada forma de dar una noticia a los miembros de tu equipo, conseguirás ser un profesional genuino y fortalecido ante las adversidades del exterior. Que, antes o después, llegan.
¿Eres capaz de escribir tus valores en cada cosa que haces?